Ibarra. La capital de Imbabura, Ibarra, es la única ciudad del Ecuador que ostenta el privilegio de haber tenido la presencia del Libertador Simón Bolívar, comandando su tropa en forma personal en el combate del 17 de Julio de 1823 en la gesta libertaria, más conocida como LA BATALLA DE IBARRA. El General Simón Bolívar a inicios del mes de Julio de 1823 se encontraba con un poco de amigos y tropa en las afueras de la ciudad de Baba-hoyo, provincia de Los Ríos, en la parte costera de nuestro país, en la Hacienda El Garzal. Es allí cuando recibe la noticia de que el Coronel Agustín Agualongo Cisneros y un buen grupo de hombres de las fuerzas realistas, habían salido desde Pasto-Colombia con el único objetivo de tomarse la ciudad de Quito donde un año antes se había librado la Batalla del Pichincha que fue comandada por el Mariscal Antonio José de Sucre, quién derrotó de forma contundente a las fuerzas realistas. Agualongo, con más de1 500 hombres venían por el norte camino a Quito y es en la ciudad de Ibarra donde hacen su campamento militar para tomar fuerzas. Llegan el 15 de Julio para el 17 de Julio continuar con su trayecto hacia la Capital con claras intenciones de tomar el control político. El Libertador Simón Bolívar y sus hombres, ya conocedores de las intenciones de Agustín Agualongo viene hacia la parte norte de Quito. Cruzando el nudo de Mojanda llegan a San Pablo de Lago, un pequeño poblado que queda a la orilla del Lago del mismo nombre donde hacen su parada el 16 de Julio. Descansa su tropa y planifican lo que será el día jueves 17 de Julio.Las tropas de Agualongo debieron conocer que Bolívar se encontraba por Otavalo y esperó su llegada, pero él pensó que vendrían por el lado del sector de Cotacachi y Atuntaqui hacia Ibarra. La estrategia de Simón Bolívar fue venir por el lado derecho del Imbabura por Cochicaranqui, Zuleta y la Esperanza para tomarles de sorpresa a la tropa de pastusos que se encontraban acampando en la ciudad de Ibarra, vigilantes de la llegada de Bolívar por la Hacienda de Yacucalle.Bolívar ingresa a Ibarra por lo que hoy es la Avenida de El Retorno y Barrio Los Ceibos en la parte sur oriental de la ciudad, aproximadamente las 14h00 bajo un clima de verano y un viento no muy fuerte y enfrentan a las fuerzas realistas.La caballería patriótica desorganiza a las tropas de los pastusos y sostiene una batalla por más de tres horas. Logran las fuerzas patrióticas, estando la caballería al mando del venezolano José de Jesús Barreto, perseguirlos y sacarlos de la ciudad hacia la Hacienda La Victoria en la parte oriental de Ibarra. Viendo que son atacados emprenden su retirada llegando a las riveras del Rio Tahuando donde se da la Batalla más importante para la consolidación de la libertad de los pueblos de América.La Batalla de Ibarra dejó un saldo de aproximadamente 800 hombres muertos de la tropas de los enemigos. Viendo esto, Agualongo y los pocos hombres que quedan se retiran, saliendo de Ibarra por el sector del Olivo hacia el Chota y luego a Colombia. La Batalla de Ibarra impidió que Agualongo se tome Quito, esta batalla es muy importante para la historia de la ciudad de Ibarra por que tuvo la presencia del Libertador Simón Bolívar en forma personal y única en territorio ecuatoriano, la Batalla de Ibarra permite la continuidad de la gesta libertaria en el Continente y consolida la gesta libertaria a un país que vivía a manos de la corona real española. Simón Bolívar dio un ejemplo a sus patriotas combatiendo personalmente en la Batalla de Ibarra que se constituye en el crisol que se funda en sueños y esperanzas de todo un pueblo.

La Batalla de Ibarra impidió que Agualongo se tome Quito, esta batalla es muy importante para la historia de la ciudad de Ibarra por que tuvo la presencia del Libertador Simón Bolívar en forma personal y única en territorio ecuatoriano, la Batalla de Ibarra permite la continuidad de la gesta libertaria en el Continente y consolida la gesta libertaria a un país que vivía a manos de la corona real española.

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Por Gabriel Fandiño

Los tres ecuatorianos que aparecen en la imagen participaron en la Segunda Guerra Mundial como soldados del Ejército de Estados Unidos. El desembarco aliado en Normandía fue un 6 de junio de 1944, a continuación aportamos con unos pocos datos del esmeraldeño Bernardino López Rumbea, quien hace 73 años desembarcó en Normandía, Francia, con las tropas aliadas que tomaron por asalto la Festung Europa (La Fortaleza Europa), enorme territorio continental ocupado por las tropas de Adolf Hitler.

El soldado López Rumbea pertenecía al VIII Corps APO 308, cuyas unidades desembarcaron escalonadamente en la playa Utah (Normandía) hasta el 15 de junio de 1944 y se desplegaron por la península de Cotentin, combatiendo en Cherburgo contra las tropas de la Alemania nazi, episodio bélico narrado en el reporte del general de división Troy H. Middleton.

Después de Normandía, el esmeraldeño avanzó junto al ejército a través de Bélgica, donde él y sus compañeros hicieron frente a la última ofensiva alemana, La Batalla de las Ardenas, en la zona occidental de la guerra. Bernardino estuvo presente también en Alemania, en los meses finales de la guerra.

el esmeraldeño avanzó junto al ejército a través de Bélgica, donde él y sus compañeros hicieron frente a la última ofensiva alemana, La Batalla de las Ardenas

Bernardino López Rumbea descendía de una familia que echó raíces en La Tola, Esmeraldas, desde 1854, según un columna de Luis López Estupiñán aparecido en diario La Hora. Su primer miembro, un universitario nacido en Bogotá, vino expulsado por la Guerra Civil que en aquel momento azotaba al vecino país. Bernardino pertenecía a la tercera generación de la familia y era bastante joven cuando emigró a Estados Unidos. Allí se enlistó en el ejército y, como ya vimos, participó en la Segunda Guerra Mundial

Fuente: Historia Militar Ecuatoriana

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El falso ejército que ayudó a ganar la Batalla del Pichincha

Detrás de las grandes batallas y héroes existen sucesos y personajes relegados a un segundo plano. Muestra de ellos es el episodio, casi desconocido, del engaño militar que resultó decisivo en la victoria del Pichincha.

El italiano Cayetano Cestari Barbieri (recuadro), autor de la treta que despistó a los españoles antes de la Batalla del Pichincha, fue ascendido a coronel por Bolívar en junio de 1822.
El de Mayo de 1822, en las faldas del volcán Pichincha, se libró la batalla que selló la independencia de los territorios que en el futuro conformarían la República del Ecuador.

Fue un combate épico, lleno de heroísmo y coraje. Allí, un joven teniente de 18 años llamado Abdón Calderón luchó con valentía a pesar de sus heridas, sirviendo de ejemplo a sus camaradas que combatieron hasta alcanzar la victoria, comandados por el osado general Antonio José de Sucre.

Esta es la historia conocida, la que aprendemos en la escuela. Pero hay otra historia, no tan conocida, que cuenta que aquel mismo 24 de mayo, a pocos kilómetros de donde se enfrentaban realistas y republicanos, se desarrollaba otro duelo igual de crucial, aunque en él no hubo saldo de muertos o heridos: las armas usadas fueron la astucia y el engaño.

El pequeño misterio del batallón Cataluña

Horas antes de la Batalla del Pichincha, los españoles esperaban un refuerzo de 400 aguerridos realistas pertenecientes al batallón Cataluña, los cuales marchaban a toda prisa desde Pasto (al norte), en dirección a Quito. Su llegada desequilibraría las fuerzas de combate a favor del bando español, con lo que la historia del 24 de mayo podría haberse escrito de diferente forma.

Pero aquel batallón de refuerzo nunca apareció y la batalla que siguió a continuación selló la derrota del ejército español en Quito.

Lo cierto es que el batallón Cataluña sí llegó muy cerca de la capital unos días antes de la batalla, aunque sorpresivamente detuvo su avance. ¿Por qué?

Ese fue un pequeño misterio que fue dejado de lado por los historiadores de la independencia durante un siglo.

Así fue hasta 1922, cuando el investigador ecuatoriano Carlos Vivanco Félix publicó un curioso documento que encontró en el Archivo Nacional de Quito, el cual revelaba una historia sorprendente que podía aclarar el motivo por el cual el batallón Cataluña no acudió a ayudar a los realistas de Quito, facilitando la victoria de Antonio José de Sucre el 24 de Mayo de 1822.

El ejército fantasma

Aquel documento había sido escrito por un comandante de Sucre llamado Cayetano Cestari. Este comandante se hallaba desde el 20 de mayo de 1822 tras las líneas enemigas, en las provincias al norte de Quito, con la misión de interceptar los 400 refuerzos del batallón español Cataluña.

Cestari, con apenas un centenar de soldados bajo su mando, tenía sin embargo un plan para impedir el arribo del Cataluña a la batalla final en la capital. En el documento descubierto por Vivanco (1), Cestari describió su estrategia: exageró sus propias fuerzas aumentándolas a 800 soldados, sumándole 200 monturas de caballería. Con esa fuerza importante pero imaginaria, existente solo en el papel, Cestari esperaba engañar al enemigo.

Cestari narra que para hacer más creíble el engaño se hizo pasar por un jefe republicano especialmente temido por los españoles, y llegó hasta a falsificar su firma en documentos en los que pedía a los pueblos de la región que alimentasen a su numeroso pero imaginario ejército.

Según el historiador Roberto Leví Castillo, el comandante Bartolomé Salgado del Batallón Cataluña frenó su avance al escuchar sobre aquel inesperado ejército enemigo que se interponía en su ruta hacia Quito, convencido de su real existencia (2).

Los refuerzos del Cataluña permanecieron inmóviles a 80 kilómetros al norte de Quito durante varios días, hasta el 23 o 24 de mayo. Cuando por fin reanudaron su movilización, ya era demasiado tarde: llegaron a la capital el 25 de mayo, descubriendo que el grueso de su ejército había sido completamente derrotado por Sucre el día anterior.

El comandante del Cataluña no pudo hacer más que rendirse junto a su batallón (3).

Historiadores como Julio H. Muñoz o Jorge Núñez Sánchez le dan el crédito a Cayetano Cestari por evitar la incorporación del batallón Cataluña a las fuerzas españolas que combatieron en Pichincha. Otros investigadores como Necker Franco Maldonado o Jorge Salvador Lara opinan incluso que el triunfo de Sucre el 24 de mayo le debe mucho a la audaz estratagema de Cestari (4).

Maestro del engaño

El exitoso plan de engaño de Cestari no fue producto de la improvisación: este oficial era un experto en operaciones de desinformación o engaño militar, cuyo fin fue generar información falsa que derive en análisis equivocados por parte de los jefes enemigos y ocultar las verdaderas intenciones de las operaciones militares propias.

Cestari era italiano y masón, y se formó militarmente en Europa. Integró el sexto regimiento de infantería del ejército napoleónico que invadió España en 1808, donde aprendió tácticas de guerrilla.

Durante aquella invasión brutal, Cestari fue alabado por su caballerosidad con el enemigo (5).

En 1817 pasó a América, uniéndose a los ejércitos de Bolívar. En 1821 llegó al Ecuador con Sucre, comandando el primer escuadrón de caballería Dragones del Sur.

Como jefe de Estado Mayor de Sucre formó un nutrido grupo de espías, que desde la Sierra vigilaban los movimientos del ejército enemigo.

Cestari era partidario del engaño militar. Sobre esto, el italiano dejó escrito: «El engaño, en el arte de la guerra, es virtud, y todos los tácticos lo aprueban» (6).

A pesar de no haber participado directamente en el combate del Pichincha, Cestari formó parte, junto al fallecido Abdón Calderón, del exclusivo grupo de cinco militares que fueron ascendidos después de la batalla.

Cayetano Cestari se retiró del ejército libertador en 1823, con el rango de coronel.

El protagonista de uno de los episodios militares más sorprendentes (y desconocidos) detrás de la Batalla del Pichincha vivió el resto de su vida en Ecuador. Murió en 1834, en la ciudad de Machala.
Fuente: Diario El Universo

exitoso plan de engaño de Cestari no fue producto de la improvisación: este oficial era un experto en operaciones de desinformación o engaño militar

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La Escuela Quiteña alcanzó su época de mayor esplendor entre los siglos XVII y XVIII, llegando a adquirir gran prestigio entre las otras colonias americanas e incluso en la corte española de Madrid.

También se la considera como una forma de producción y fue una de las actividades más importantes desde el punto de vista económico en la Real Audiencia de Quito.

La fama de este movimiento alcanzó tanto prestigio, incluso en Europa, que se dice que el rey Carlos III, refiriéndose a la escuela quiteña y a uno de sus escultores en concreto, expresó:

No me preocupa que Italia tenga a Miguel Ángel, en mis colonias de América yo tengo al maestro Caspicara.

Rey Carlos III

Fuente: ​Wikipedia

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