Le pregunté a la vida
Qué necesitaría hacer para que ésta me durara muchos años.
―Solo víveme ―me contestó.
―Pero todo lo que se usa se acaba ―le respondí.
―Y lo que no usas caduca ―replicó―
Así que disfrútame sin pensar cuanto dure.
Víveme sin pensar en el tiempo. Gózame porque solo una vez pasaré por tu existencia.
Y tras una pausa siguió diciéndome.
Soy solo momentos, a veces miel, otras limón amargo.
Camina, no corras, deléitate en el recorrido.
Baila bajo las bendiciones que caen en forma de lluvia desde el cielo.
Da gracias cada día por la suerte de existir, las ganas de esperar, la fuerza de resistir, pero sobre todo la humildad de agradecer.
No siempre tienes que ser fuerte, también se vale respirar las debilidades.
Lucha, valora, sé feliz con lo que tienes y no sufras por lo que te falta. La felicidad no tiene receta, cada quien la prepara con sus propios ingredientes